domingo, 9 de septiembre de 2007

cosas que pasan en un autobus por estos lados

Para que todos los lectores puedan entender la siguiente historia debo decir lo siguiente. En mis “vacaciones” estudiando en la ciudad de Vaaaancouver (y le coloco muchas as porque los vancouverianos lo pronuncian así), no sólo he aprovechado para conocer lugar, gente de distintas lenguas y nacionalidades, sino que también he aprovechado un poco el tiempo para comparar un poco a nuestro hermoso país con esta ciudad.

Como todos bien sabemos el sistema de transporte público en Venezuela, mejor conocido como carrito por puesto es magnifico. Sí, aunque usted no lo crea, es magnifico.

Un poco para que se orienten, necesito explicar lo siguiente. La hermosa ciudad de Vancouver se divide en 3 sectores. Donde yo vivo 1, otro que no se 2, y North Vaaaaaconuver 3. Para poder movilizarse usted hace uso de las líneas de autobuses, el Skytrain mejor conocido como monorriel o el Seabus o ferry.

Para “beneficio” de los ciudadanos el gobierno vancouveriano creo los llamados Bus pass. Con este fula pass usted podrá acceder a las distintas zonas que le convengan. Hay uno para zona 1, 1 y 2, 2 y 3, y todas las combinaciones numéricas entre estos tres numeritos.

Suena estupendo, ¿verdad?. Lógico, útil, accesible, pero Señores, todavía no le comuniquen la maravillosa minuta al ministro de transporte. Estos maravillosos Bus pass que hasta vienen en distintos colores y con un plastiquito para que no se te dañe (es que piensan en todos los gringos estos), están a la orden del público por una cómoda suma de entre 70 y 170 dólares al mes.

¿SETENTA DOLARES Y CIENTO SETENTA DOLARES AL MES????? ¿TU TAS LOOOOCO? No. Esa es la realidad. No sólo con eso, queridos lectores que seguro en este momento están recordando lo económico que es el metro, la camionetita y el metro bus; si por casualidad de la vida usted no compra el maravilloso ticket, cada vez que se monte en el bus son $2.50.

Si hablamos en términos bolivarianos, esos son 5 mil bolívares!!! Y en mercado negro ni se diga!

Pero esta no era la idea de mi historia así que por mas asombrados que estén,, vamos a mantenernos en el tema.

Ayer cuando regresaba a mi casa de una cena (suena importantísimo eso!) un sujeto decide montarse en el mismo bus que yo. Entre dormida y despierta yo ni escuche la discusión entre el conductor y el sujeto. Al parecer el sujeto se montó en el maravillosamente económico autobús sin pagar.

Ustedes me dirán, ¿y eso no pasa por donde yo vivo? ¿y que hace el conductor cuando sucede es?. Ayer, en mi caso, LLAMAR A LA POLICIA!. Cuando se ha visto que un policía saque a un señor de un autobús por no querer pagar?? Nunca, yo tampoco lo vi, porque los fulanos policías nunca llegaron.

La cuestión no fue solamente que el sujeto no quería pagar… el sujeto SI tenia el ticket costoso con su plastiquito para montarse en el autobús, pero no quiso mostrarlo. Yo pensé, claro que no quiere mostrarlo, son $70 dólares que cargas para arriba y para abajo en un plastiquito en el bolsillo, esos son míos!

El desenlace de mi noche gracias a Dios fue gratificante. Luego de 15 minutos esperando para que el sujeto le enseñara al conductor los 70 dólares, vino otro autobús. Todos los demás pasajeros, salimos del autobús con nuestros 70 o más dólares en el bolsillo para abordar el siguiente autobús.

El sujeto nos estaba siguiendo! Se bajo del autobús y quería montarse con nosotros en el otro!!!! Como es posible! Será que le parecimos simpática la gente que esperaba que el se dignara de sacarle el boletito al conductor?? Entre asiáticos, las bolsas de mercado de una, el bulto del otro, nos volvimos a montar en el mismo autobús empujando al loquito para afuera. Arrancamos y pudimos irnos a la casa.

Todo por no querer andar enseñándole a todo el mundo $70 dólares, que son 140 mil bolívares o 280 mil. ¿Acaso eso no es así en Venezuela? jajajaja

domingo, 2 de septiembre de 2007

Una merienda de Chinos

Lo primero que tengo que hacer antes de contar esta historia es definir que es una merienda de negros. Cuando yo era pequeña y frecuentaba las playas de Higuerote con mi familia, mis tías siempre se referían a la gente en las playas como una “merienda de negros”. Con mi inocencia particular yo pensaba “¿Dónde esta la merienda para yo comer también?

Una merienda de negros, significa mucha gente reunida en un mismo lugar. Quien haya ido a las playas de higuerote en plenos carnavales, me entiende.

Vancouver (ese lugar bastante al norte donde me encuentro), es bastante variado en lo que respecta a culturas. Puedes encontrar coreanos, brasileros, suizos, alemanes, chinos, maracuchos, de todo pues.

Un día hablando con mi profesora de las mañanas, me comentó que debía ir a conocer Chinatown, que hace unos 40 años mas o menos, era el único lugar en donde se les permitía a los chinos vivir. A mi me llamó bastante la atención por lo que decidí armar mi viaje hasta chinatown (eso significaba agarrar mi cámara de fotos y mi ticket de autobús, que por cierto es bien caro).

Llegó el día y luego de haberme perdido repetidas veces, llegué a mi destino: Chinatown. Creo que la mejor manera en la que puedo describir lo que yo viví y vi es la siguiente. Señores, yo no estaba en Vancouver, yo estaba en China China China.

Empezando porque todos los letreros estaban en chino no en inglés que fue el idioma que yo vine a aprender, por lo tanto yo no sabía para donde iba ni que eran las cosas que veía ni nada. Después de eso, la gente ahí no hablaba ingles y creo que las únicas personas no amarillas éramos Chiara (mi roomate) y yo. Eso era puro “&)%$·% por un lado y $%/)=&$ por el otro.

Yo, queriendo expresar lo que sentía pase toda mi estadía en China tomando foto y foto, recreando un poco lo que hubiera echo mi papá en mi lugar. Llegó un momento en el que, entre a lo que difícilmente descifré como centro comercial.

Yo seguía en China, y lo confirmé cuando vi una tienda enorme de cositas de Hello Kitty y Nintendo (además de millones de chinos alrededor). Ya yo no sabía si decir Thank You, Arigato, Okimoro, ya yo no sabía donde estaba . Por un momento pensé que era un sueño y todo el mundo que estaba a mi alrededor estaba soñando igual, porque para donde volteaba sentía que la gente estaba dormida por lo cerrados que tienen los ojos.

Las 2 horas como mucho que estuve en mi trance asiático fueron así, como dirían mis tías, una merienda de Chinos!